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Ser apoderado, para qué?
19.05.2015

Jordi Chicoy ens envia la seua experiència com a President de Mesa i reflexiona sobre la importància de ser apoderat o interventor.

Ser interventor o apoderado “para qué” si todo funciona bien. Eso es lo que pensamos muchos cuando vamos a votar, que todo funciona bien y que no se hacen trampas.

Es lo que pensaba yo mismo, hasta que un día el azar me hizo estar de Presidente en una mesa electoral y pude ver como se las gastan algunos. De manera resumida, el sistema no funciona bien y las papeletas, cuando se termina el recuento, van a la basura. Si el recuento de la mesa falla, no existe manera de comprobarlo, salvo que haya habido interventores o apoderados de varios partidos que las hayan comprobado. Es importante que haya interventores y apoderados que se encargan de supervisar. […] si usted es de formaciones más minoritarias como Podemos, Izquierda Unida, Compromis o los distintos Guanyar, […] contribuirá a evitar que los grandes partidos, que temen tanto la caída del bipartidismo, pueden hacer de las suyas, pretendiendo que se anulen votos, buscando tener protagonismo en la Mesa, intentando condicionar al presidente y los vocales, escondiendo papeletas… No se pueden ni imaginar la de cosas que se pueden hacer. Por ponerles un ejemplo claro, si los de la Mesa coinciden en sus preferencias políticas, si nadie les vigila, podrían perfectamente cuadrar los votos, es decir, si han votado 180 personas, decidir para quien va cada voto sin necesidad de hacer un recuento sobre las papeletas. Si rizamos el rizo, también podrían hacer que creciera el número de votantes de la mesa añadiéndolos a la lista que tienen. Llamarme desconfiado, pero prefiero tener la garantía de que haya alguien que compruebe que eso no pasa.

Una vez aclarado esto, les relataré cual fue mi primera experiencia como presidente de Mesa, en la que un apoderado del PP decidió cerrar mi mesa electoral y cómo pasé a valorar la importancia que realmente tiene estar al frente para evitar que se cometan irregularidades. Un día me llegó una carta en la que me mencionaba que era el presidente de la mesa electoral en la que votaba todos los años. Me citaba un día previo en un polideportivo para explicarme la manera de proceder. En la visita al polideportivo me leyeron el manual de cómo se tenían que hacer las cosas y al terminar, te hacen entrega del manual y de la documentación necesaria para el día de las elecciones. Llegó el día de las elecciones. Antes de empezar a formar la mesa nos hacía falta un boli. Un apoderado del PP nos ofreció uno de su partido. La gente de la mesa no puede lucir ningún tipo de distintivos, así que declinamos la oferta, cosa que no le sentó bien. Formamos la mesa a la hora prevista con 2 vocales, 2 interventores del PP y yo mismo como presidente. Antes de seguir con el relato hago una aclaración. En muchas ocasiones la gente al ser elegida de manera aleatoria para formar la mesa, va sin tener muy claro lo que tienen que hacer, circunstancia de la que se aprovechan muchas veces estos profesionales para ganarse el beneplácito de la mesa y procurar orientarles en algunas circunstancias de manera correcta y en otras de manera interesada. Para ello se hacen valer de un libro similar al que les dan a la gente de la mesa, pero con la insignia del PP y con algunas cosas que no llegan a coincidir. Lo que fue pasando a lo largo del día fueron distintas intentos que les fuí frustrando para que su voz no fuera la que predominara. Entre ellas: un apoderado se colocó de pie apoyado en la mesa de tal manera que conforme una persona entraba, parecía el amo de ella, así que le dije que me parecía bien que estuviera en la mesa, pero que debía hacerlo como el resto, sentado. […] Cuando decía un nombre en voz alta, los interventores que tenía en la mesa cogieron un protagonismo considerable, invadiendo el espacio de mis vocales para decirles en qué parte de la lista estaba la persona a la que había mencionado. Yo les corté, diciéndoles que mis vocales eran lo suficientemente capaces de encontrarlos ellos mismos y de esa manera conseguí que cada uno fuera a lo suyo y reducir el protagonismo de un sector. Varios de los apoderados se colocaron en la sala a hablar en un tono muy alto, tanto, que no podía escuchar lo que me decían los votantes. Así que les dije que o bajaban el tono o que se fueran fuera. Estos pequeños detalles y alguno más hicieron que a las 19:20 aproximadamente, un apoderado pusiera las manos sobre las urnas y me dijera que la mesa estaba cerrada. Me acusaba de haberle dicho a los votantes a quien tenían que votar y de “haberlo tratado mal”. Los integrantes de la mesa de al lado decían que era cierto. La situación fue inverosímil para todos los presentes. Nadie sabía qué hacer. Así que llamé a la Junta Electoral para que me informara de la veracidad de lo que me decía. Les comenté el caso y me volvieron a llamar a los 5 minutos para decirme que eso no tenía ni pies ni cabeza. Volví a entrar y le dije, a la persona que estaba bloqueando la votación (tenía a gente esperando con su papeleta en la mano), que se debía retirar. El me dijo que no, antes debía rellenar una hoja y pretendía hacerlo encima de la urna. Mi manera de resolver la situación fue decirle que rellenara lo que quisiera, pero en otro lado y contarle hasta 3. Justo antes de llegar al 3 se retiró. El resto del tiempo lo dedicó poniendo la cabeza como un bombo a policías y resto de personal, tanto que se me acercó un policía para decirme “si tengo que echar a alguien, dímelo”. Para eso debe haber un motivo, que perfectamente habría sido el haber dicho que cerraba la Mesa, pero en ese momento no lo sabíamos.

Por si alguien no lo tiene claro, el presidente es el máximo responsable y es quien tiene autoridad. Los policías en realidad están por si se produce algún altercado y en caso de sufrir algún incidente el presidente de Mesa, no debe dudar en solicitarles ayuda. Al final del todo intentó negociar conmigo y extorsionarme diciéndome que si no decía nada de lo ocurrido no iría a por mi, que hacíamos tablas. Pero yo tenía muy claro todo lo ocurrido y no dudé en reflejarlo en el acta. Cuando fui a hacer entrega de todos los papeles en los juzgados, pedí disculpas por el retraso, había sido la comidilla, la gente era consciente del problema que había tenido.

Conclusión, la misma que he mencionado arriba, sí que interesa que vayas de apoderado […] Porque nos jugamos mucho y van a procurar hacer todo tipo de trampas y más en estas elecciones en las que se juegan la caída del bipartidismo.

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